ALAMEDA DE BOUZAS



Allá por los años 50 la alameda de Bouzas entre otras cosas, para los niños de la época era como un gran parque infantil. Nuestras madres nos abrían la puerta de casa y corríamos a la alameda a jugar.
En ciertos aspectos las madres lo tenían más fácil, porque en  Bouzas, prácticamente no había circulación de coches, con  lo cual las posibilidad de que sus hijos fueran atropellados  muy remota.
Se hablaba del “hombre del saco “o del “saca untos “pero era una broma y a los niños,  como no se hacían trasplantes de órganos no nos solían secuestrar.
Tampoco existía el consumo de drogas, por lo tanto las madres vivían más tranquilas.
Todo lo más que solía suceder era que llegásemos con una rodilla sangrando,  con un chichón en la cabeza, el pantalón roto o un zapato solo.
Los jardines de la alameda estaban al cargo de un sufrido jardinero dedicado a cuidar los macizos florales, y la chavalería nos encargábamos de destruirlos. Había que hacerle un monumento en la alameda por su paciencia y constancia en su trabajo.
En ocasiones corría detrás de nosotros y si nos cogía la pelota la rompía o la secuestraba. ¡ Delles, delles ¡ gritaba alguna señora que pasaba en ese momento.
En la alameda se practicaban todo tipo de juegos; las bolas (canicas), el pincho, el patero, la pelota, etc. etc., y el trompo.
Dentro del juego del trompo había una modalidad que solo se practicaba en Bouzas y era, “ jugar a la vía.”
El juego de la vía comenzaba al lado del palco de la música. Se trazaba una raya en el suelo (la alameda era toda de tierra) y se echaban los trompos. El que picara más lejos de la raya, apouchaba. Se ponía en el suelo y los demás iban echando sus trompos, los cogían en la mano bailando y los lanzaban de la mano contra la poucha con el objeto de desplazarla. Si a alguno no le bailaba el trompo, si no era capaz de cogerlo en la mano bailando, o no le daba a la poucha pasaba a se el que apouchaba, y el anterior a echar su trompo.


La pocha se iba desplazando hasta la vía del tranvía y el que tuviera la mala suerte de que su trompo cayera dentro de la vía se despedía de él porque al llegar el tranvía lo espachurraba.





Comentarios: Picuco. Abril 2017.

Comentarios

  1. Amigo Picuco !! Me haces recordar mis tiempos de infancia, donde me gustaría volver a ellos.

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  2. Son recuerdos muy bonitos de la Villa de Bouzas y su riqueza marinera.

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  3. Efectivamente el jardinero era un santo, y no nos dejaba jugar a la pelota. Un día, enfadado, atrapo una y trató de cortarla con las tijeras de podar y le costaba porque la pelota era "maciza". Fué el mote que le quedó entre los chavales. Ahí viene "masisa", (como el decía).

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